ADCOME entrevista al abogado y escritor Javier Otaola
- Es usted masón desde hace más de 40 años, ¿qué ha significado la masonería en su vida? ¿Qué le ha aportado y qué no le ha dado? A lo largo de tantos años, como es natural, he ido evolucionando en muchos aspectos, madurando, rectificando algunas posiciones juveniles, y ha variado también la significación mi pertenencia a la masonería y de mi práctica de la sociabilidad filosófica de la logia. Cuando yo me inicié en 1981,-el año del golpe de Estado fallido de Tejero- con 25 años de edad, me había licenciado en Derecho en la Universidad de Deusto, y llevaba varios años de alta en el Colegio de Abogados de Bilbao. Hacía unos meses que había iniciado la preparación de oposiciones al Cuerpo de Inspectores de Trabajo del Estado. Finalmente abandonaría esas oposiciones y me presentaría a las oposiciones para acceder al Gobierno Vasco, donde he trabajado todo este tiempo como Letrado del Servicio Jurídico Central. Era joven, muy leído, y “sabihondo, pecaba de presunción, pensaba —cándido— que ya conocía el Mundo, que todo lo que me quedaba en adelante era caminar por esas sendas que ya había descubierto, y que no me esperaban grandes sorpresas. Naturalmente la realidad no era esa. Tenía una idea muy superficial de lo que era la masonería. En aquel entonces no había tanta información disponible, no existía Google, ni Wikipedia, ni Twitter…, o sea que había que llegar al conocimiento a través de medios más arduos y laboriosos. En realidad me acerqué a la masonería pensado que era una cosa y he permanecido en ella porque he descubierto que era otra mucho más interesante y de más calado. Me di cuenta que la masonería merecía ser estudiada y comprendida. Y desde el primer momento me planteé el reto de conocer más a fondo la historia y el método masónico. En un principio me imaginaba la masonería como una asociación librepensadora, anticlerical y amiga del debate público, y terminé descubriendo que en realidad era un método de sociabilidad filosófico en el que a través de la hermenéutica de su ritualidad y la práctica de una exigente reflexividad —compartida en el seno de la logia— iba a verme invitado a una tarea de toma de conciencia existencial que de otra manera seguramente no habría acometido. El primer sentimiento que me conmovió el día de mi inciación en la Logia Tolerancia de Bilbao fue de “asombro”. Un gozoso asombro, provocado por un ejercicio de desfamiliarización del “Matrix” en el que vivía y el descubrimento de que la realidad de la existencia era algo mucho más rico y variado, mas intenso y peligroso, mas abierto y sorprendente que lo que yo me había imaginado. Y ese sentimiento me ha acompañado durante todos estos años y he vivido los encuentros con mis hermanos y hermanas en logia como una verdadera aventura existencial. En ese viaje múltiple y asombroso he tenido la suerte de conocer a hombres y mujeres con los que he compartido muchas horas de bellísima ritualidad, cientos de conversaciones, muchos viajes, encuentros, trabajos, ágapes fraternales, lecturas y vínculos de amistad, y de ese modo me he ido descubriendo a mi mismo y construyendo un modo de “habitar” y hacer acogedor este mundo, de suyo, tan inhóspito. - A menudo se declara cristiano, ¿cómo compagina la fe cristiana con su condición de masón? No tiene ningún misterio: la masonería moderna fue creada por cristianos ingleses, sus Constituciones y Estatutos redactados por ministros cristianos por lo que difícilmente podría suponerse que fuera a ser incompatible con el cristianismo. La masonería hoy es a la postre una “fraternidad filosófica” y como toda mirada filosófica se coloca en una posición distinta de las religiones, de modo que puede haber filósofos que sean a su vez cristianos, o musulmanes o agnósticos o ateos. La masonería no es una religión que dispute su verdad religiosa con otras religiones, ni es una doctrina entre otras doctrinas, es más bien una metodología existencial que se propone a la reflexión personal a cada mujer y a cada hombre en el marco de libertad, igualdad y fraternidad de la logia. Será cada mujer y cada hombre que entre en logia quien tendrá que decidir cómo compagina su pensamiento filosófico con su fe religiosa. Tenemos buenos ejemplos en la Historia de grandes filósofos que han compaginado perfectamente su vocación filosófica con su particular fe religiosa: sin ir más lejos el mismo Santo Tomás de Aquino realizó la proeza de asumir plenamente el pensamiento del filósofo Aristóteles a pesar de que el Aeropagita no era cristiano sino un perfecto pagano. Algo parecido sucedió con Platón o Sócrates. Descartes el gran filósofo del Racionalismo y enunciador de la duda métodica, nunca renegó de su cristianismo, sino al contrario hizo defensa del mismo."1" Por supuesto que hay masones y masonas que son, legítimamente, ateos o agnósticos pero eso demuestra que la masonería no es una doctrina religiosa sino más bien una actitud filosófica. Mis cuarenta años de masonería no me han planteado ningún problema en el ámbito de sociabilidad de la logia. Mi vinculación con el cristianismo protestante es una opción existencial y de fe que responde a preguntas y busca respuestas en otro orden de pensamiento y de verdad diferente al pensamiento filosófico. - “Laicidad, una estrategia para la libertad” es el nombre de unos de sus numerosos ensayos. ¿Podría explicarnos en qué manera la laicidad contribuye a la libertad? ¿Cree que la laicidad favorecería el desarrollo de nuevas y mejores relaciones entre Europa y Oriente Medio? La “laicidad” es un término jurídico que establece el principio de separación del Estado y de las instituciones religiosas. La laicidad se opone al reconocimiento de una religión de Estado, pero no implica la desaparición de lo religioso del espacio público social, y menos aún del ámbito de la conciencia individual. La Laicidad contribuye a la libertad personal de los ciudadanos y las ciudadanas de un país porque les permite hacer sus propias opciones religiosas o filosóficas, sin sufrir presiones o coacción por parte del Poder público. La idea de la neutralidad de la ley civil respecto de las religiones no es una ocurrencia de un momento, es una enseñanza de la Historia, es el fruto de un largo proceso de errores y aciertos, y el resultado de muchos conflictos sangrientos y a la postre inútiles que han llevado a los países de Europa a buscar medios de convivencia civil entre los ciudadanos y las ciudadanas de sus países al margen de sus religiones, salvaguardando que la acción política no se vea condicionada por imperativos confesionales sino que sea fruto de un debate libre y abierto entre todos. Laicidad es un concepto jurídico que se asemeja al término inglés secularism o “secular” que quiere decir: que el orden de lo político y de la ley civil viene referido a las cuestiones del “siglo”, es decir a las cuestiones de la vida común asequibles a la razón natural, cuestiones relacionadas con el tiempo ordinario y práctico de la cotidianeidad, sin relación con lo “eterno”, “lo revelado” y lo sagrado. Los conflictos políticos asociados a las disputas religiosas durante los siglos XVI y XVII dieron lugar en toda Europa a sangrientos enfrentamientos que concluyeron con la Paz de Westfalia de 1648. Ahí nace el germen de la laicidad o del secularismo actual, que en un primer momento sirve para establecer un derecho de la Paz y de la Guerra al margen de las cuestiones religiosas. La Paz de Westfalia se refiere a los dos tratados de paz de Osnabrück y Münster, firmados el 24 de octubre de 1648, se estableció el principio de que la integridad territorial es el fundamento de la existencia de los Estados, sin tener en cuenta cual sea la religión que se practique en dicho Estado( Etsi Deus non daretur) , y por otro lado supera la concepción feudal, de que territorios y pueblos constituían un patrimonio hereditario del monarca. La laicidad es una idea constitucional que va dirigida a lograr la paz social en el seno de las naciones, no tiene en principio una proyección en la política internacional que está condicionada por otros valores y otros intereses, pero desde luego en la medida en que la laicidad es consustancial a la democracia y la libertad de pensamiento y de culto es un valor acredita unas condiciones de libertad civil que hace más fácil las relaciones internacionales con países de larga tradición democrática. - Háblenos, por favor, de su faceta de escritor de ficción. Díganos, ¿quién es la comisaria Olaizola? Universidad de Deusto pero decidí ingresar en la Ertzaintza y lo hice en la decimotercera promoción. En la universidad fundé con otras compañeras el grupo feminista JANTIPA que adoptó ese nombre en honor de la esposa de Sócrates, tan vilipendiada por la historia.
Vivo en la Alameda Urquijo de Bilbao, y tengo un pequeño apartamento en la rue Thiers de Bayona, apenas una chambre de bonne, pero que me sirve para pasar temporadas en esa ciudad, que admiro y amo : especialmente sus fiestas en la primera semana de agosto.
Por mediación de mi amiga Jacqueline Parkman * –que tiene una tienda de lencería en Biarritz- me hice socia de la Très Ancienne et très Vénérable Confrerie de la Cuiler d’or*.
La familia de mi madre era de Bermeo*, de hecho está enterrada en el cementerio marino de esa ciudad costera. Hablo euskera y español por parte de madre, y francés e inglés por parte de padre.
Estuve casada con Imanol Díaz de Junguitu*, -compañero de la Ertzaintza- pero la experiencia resultó desastrosa, aunque gracias a Dios –alabado sea- se resolvió amistosamente.
Mi experiencia heterosexual fue pobre, pero no dramática.
Mi vida afectivo-sexual ha sido agitada, pero en este momento gozo de una cierta serenidad.
Javier Otaola ha escrito tres novelas relatando algunos de mis investigaciones y de paso contando cosas muy indiscretas de mi vida personal, pero no se lo tengo en cuenta.
La primera novela se tituló Brocheta de carne.
La segunda, As de Espadas.
La tercera, todavía no ha sido publicada. Espero que lo sea en este año de fin de pandemia
https://www.facebook.com/tertulialiterariajavierotaola- Entrevistadora: María Viedma (escritora y miembro de honor de ADCOME)