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    EL MUNDO: La mujer que lidera a las 600 masonas españolas: "No somos una secta"

    EL MUNDO: La mujer que lidera a las 600 masonas españolas: "No somos una secta"

    HISTORIAS

    La mujer que lidera a las 600 masonas españolas: "No somos una secta"




    Tan misteriosa como polémica, la masonería siempre ha sido cosa de hombres. Hasta ahora. Patricia Planas es la 'lideresa' de la pujante Gran Logia Femenina de España. Aquí da la cara y se defiende: "Los masones no somos una secta".
    @reginnanm
    14/12/2016 17:47

    Cuando era una joven estudiante de Psicología, Patricia Planas trabajaba por las tardes de recepcionista en una consulta privada. Un día de escaso ajetreo ojeó una revista de la sala de espera y se topó con una entrevista a un masón. «Tendría unos 20 años y era la primera vez que algo me llamaba la atención tan poderosamente», rememora hoy Planas, de 48 años, en una tranquila cafetería de Barcelona.

    La joven siguió leyendo con avidez y descubrió que aquel texto hablaba de una misteriosa sociedad secreta que aspiraba a un conocimiento superior, a un modo diferente de enfocar al mundo... y que estaba reservado sólo para los hombres. Patricia no recuerda qué revista era, ni quién firmó aquella entrevista a finales de los años 80: tan sóo la frustración que sintió al no poder formar parte de algo tan atractivo por el mero hecho de ser mujer.

    Aquel fue el primer (y desilusionante) encuentro de Patricia Planas con la masonería. Hoy, casi tres décadas después, aquella joven es la Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España. Es decir, la lideresa de una orden femenina compuesta por unas 600 masonas, repartidas en logias de Barcelona, Gerona, Madrid, Asturias, Alicante, Canarias... Porque, en contra de lo que aseguraba aquel artículo -y muchos aún creen- la masonería no es un movimiento vetado a las mujeres.

    «Tras leer aquel artículo, me olvidé del tema», prosigue Planas, mientras busca en los resquicios de su memoria las palabras exactas con su hablar pausado. «Al cabo de los años, hablando un día con un amigo, la masonería se coló en nuestra conversación. Y fue él quien me explicó que, en realidad, si había hueco para las mujeres».

    Patricia empezó a navegar por internet y descubrió que existían logias mixtas y otras exclusivamente femeninas. Aquellas palabras que había leído en la consulta pertenecían a un miembro de la Gran Logia de España, la principal obediencia de nuestro país: un conjunto de logias que, al contrario que otras ramas de la masonería, no admite (aún) a las mujeres en su seno. Y, tras varios meses de reflexión, mandó un email.

    ¿Qué le llamó tanto la atención de la masonería ?
    Fue un poco todo: el tema más filosófico, la búsqueda de una mejora personal. Y también su faceta más utópica: los masones creemos que un mundo mejor es posible. También me atrajeron los símbolos, ese mundo misterioso que se abría ante mis ojos.

    Hoy, Patricia combina su liderazgo masón con su trabajo oficial: es psicóloga. Tiene una consulta privada en el centro de Barcelona, ofrece servicios de orientación psicotécnica en el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cataluña y coordina la Liga Reumatológica Catalana, una ONG que ayuda a cientos de pacientes al mes y sensibiliza a la población sobre esas patologías.

    «Mi misión incluye la representación de la Gran Logia en los foros masónicos nacionales e internacionales y también ante las instituciones políticas y de la sociedad civil», explica. «También dirijo el Consejo Federal, nuestro órgano de gobierno. Luego está la gestión de la logia desde dentro: hay una especie de junta directiva que mira por el buen funcionamiento de la obediencia. También pensamos los temas de estudio que, cada año, afrontarán las logias».

    En su investigación en internet, Planas descubrió que el gran cambio en la relación de la masonería con la mujer se dio durante la Ilustración. Fue entonces cuando las féminas empezaron a formar parte de las logias de adopción: grupos para mujeres dirigidas por hombres. La emperatriz Josefina, primera esposa de Napoleón, fue una de las primeras masonas de renombre y, en España, feministas como Clara Campoamor y Emilia Pardo Bazán. Después aparecieron las primeras obediencias mixtas y, como un paso natural, las exclusivamente femeninas, que aterrizaron en España con la Transición.

    «Es bueno que haya logias solo para nosotras», defiende la Gran Maestra. «Me parece más conforme a nuestra naturaleza profunda. La vía iniciática masónica desarrolla la consciencia y trasciende la condición humana. Este es un objetivo común en ambos sexos, pero pensamos que se puede compartir con más facilidad cuando sus participantes son igualados por su condición de género».

    La iniciación. Habían pasado 18 años desde que Patricia leyó el artículo en la consulta hasta que se decidió a escribir aquel email. Tras tanto tiempo, estaba expectante y, ante la falta de respuesta inmediata, mandó otro mensaje. «Me contactaron por teléfono, me pidieron cuatro datos muy básicos y días después una mujer me citó para una entrevista».

    La reunión tuvo lugar en una cafetería de la calle Montaner. Allí Patricia se encontró con una señora muy mayor, de pelo blanco y rizado. A partir de ahí mantuvo tres entrevistas con otras tantas personas diferentes. Después la invitaron a la logia para hacerle la audición y, ese mismo día, fue iniciada en la masonería. Era septiembre de 2006. Acababa de comenzar el curso y Patricia Planas ya era aprendiz.

    La masonería siempre ha estado rodeada de una leyenda negra. Han sido tachados de insurrectos, de practicar magia negra y ritos satánicos, de ser ocultistas y sectarios... Por eso, cuando su familia descubrió que se había iniciado, la llamaron preocupados. «Fui a comer con mi madre y mis hermanos a un restaurante y les expliqué en qué consiste la masonería. Ya llevaba tres años metida en ella y les pregunté si habían visto en mí algo raro: si había perdido mi dinero, si me relacionaba con gente extraña o si hacía cosas raras... Me dijeron que no y se quedaron tranquilos».

    En su vida diaria, ¿la miran raro por ser masona?
    Sí, te miran raro. De hecho, se lo he dicho a muy poca gente: mi familia, algunos amigos... pero otras personas muy próximas lo desconocen. Supongo que nunca he tenido la necesidad de decirlo, lo vivo como algo muy íntimo. Si fuera católica practicante no sé si lo diría... ¡Y no estoy comparando la masonería con una religión!
    Pero desde que es Gran Maestra, lo sabrá más gente.
    Claro. Y cuando salga este artículo va a ser ya el colmo.
    ¿Aún pesa la leyenda negra sobre la masonería?
    Hay mucho desconocimiento. La gente no tiene muy claro en qué consiste. Se piensa que es una secta. Además, la parte simbólica genera intriga, pero los símbolos y los rituales están en todas partes. Cada día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, seguimos rituales. La masonería es lo mismo: un ritual de estructura.

    Y quizá la estructura más llamativa sea la organización interna de las logias. La masonería anima a sus integrantes a avanzar escalafón a escalafón. Existen tres grados básicos: aprendiz, compañero y maestro. Patricia recuerda con cariño aquel primer periodo en el que se sentaba en el lado más oscuro de la sala, al lado de la luna, durante las tenidas (reuniones) de su logia. Allí podía ver sin ser vista y escuchar las planchas (textos) que leían sus compañeras.

    Desde entonces, Patricia ejerció múltiples funciones en su logia: maestra de ceremonias, oradora, primera vigilante, guardatemplo (la encargada de que nadie ajeno entre en su local)... Y, sólo 10 años después de su ingreso en la masonería, llegó al cargo de Gran Maestra, aunque admite que no es un buen ejemplo: «Generalmente, se tarda más tiempo en alcanzar el cargo».

    Hoy, Patricia no duda cuando le preguntamos si, de empezar de nuevo, volvería a llamar a las mismas puertas. «La masonería me ha aportado muchas cosas que me han ayudado a ser mejor persona», dice. «Me ha permitido tener una visión más global de las cosas y, sobre todo, relativizar todo, poner algo de distancia».

    Aunque la Gran Logia de España aún no contempla las logias femeninas, la Gran Maestra matiza que, pese a que no existe relación formal entre ambas organizaciones, a título personal hay un trato cordial. ¿No es machismo su rechazo a las mujeres? «En realidad, aunque consideran que sólo debe haber una obediencia (asociación de logias) en cada país, sí que nos reconocen como masonas... No sé, creo que hasta ellos mismos tienen algo de lío. Pero nos llevamos bien».

    Planas añade que en su logia no sólo hay ateas: también hay católicas practicantes. «La masonería no está en contra de las religiones, sino de aquellas opciones que no te dejan pensar por ti mismo, ni un margen de libertad para expresar libremente tu espiritualidad. Espiritualidad y religión no es lo mismo».

    Mira el reloj. Llevamos más de una hora y media conversando y debe marcharse. Hoy celebran tenida y, como se descuide, va a llegar tarde. «Me va a reñir la venerable masona por tu culpa», bromea. Luego se pone el abrigo, se coloca la bufanda y, de golpe, la Gran Maestra, se marcha tan rápido como se fue.