Federico García Lorca, un masón sin mandil en la Granada de los 20
El experto Ismael Ramos descubre en un libro las relaciones del poeta con 'los hijos de la viuda' en el periodo convulso anterior a la guerra.
José Antonio Muñoz (IDEAL)
Granada
Martes, 7 de enero 2025
Las relaciones del poeta y dramaturgo granadino Federico García Lorca con la masonería han sido objeto de controversia entre los que defienden que perteneció a la nómina de los 'hijos de la viuda', uno de los motivos oficiales que le llevaron a ser fusilado, y quienes aseguran que no estuvo en tal nómina. A medio camino se encuentra la opinión del experto en masonería y profesor granadino Ismael Ramos, autor del volumen 'Federico García Lorca y la masonería' (Editorial Masónica), quien como diría el clásico, ni confirma, ni desmiente, sino que en su trabajo de investigación –la primera nonografía existente– pone sobre la mesa elementos de juicio que permiten a cada lector interesado abonar su propia hipótesis al respecto.
Lo cierto es que personajes muy cercanos a Lorca, tales como Fernando de los Ríos, su mentor, o Luis Bagaría, pertenecieron a la sociedad. «La curiosidad de Federico sobre la masonería le llevó a iniciarse en su conocimiento a través de lecturas en el Centro Artístico», dice. Allí consultó 'Liturgias masónicas del rito escocés' de Viriato Alfonso de Covadonga –seudónimo del médico cubano Vicente Alonso de Castro y Bermúdez–. Su fascinación por los ritos le llevó a crear su propia orden, la masonería epéntica, formada, según Ramos, por integrantes de su misma orientación sexual.
El cuerpo central de la investigación ha comportado la consulta de más de 20.000 fuentes, con el objetivo de reconstruir los procesos judiciales por responsabilidades políticas de su entorno, incluido el del poeta. Así, analiza la conocida Lista Moral Galán, un documento lleno de contradicciones internas que buscaba no solo la justificación de los asesinatos cometidos, sino la incautación de los bienes de quienes aparecían en ella. En el capítulo del libro llamado 'Homero', Ramos reproduce todos los datos del proceso judicial de Federico, incluyendo el alegato que Pérez-Serrabona hiciera en su favor, y demuestra cómo se falsificaron documentos para incriminarle.
Un documento único
Quizá una de las novedades más interesantes que se aportan en el libro es el hallazgo del Cuaderno Lógico de la Logia Alhambra, donde aparecen inscritos, con sus nombres, apellidos y profesión, los integrantes de la sociedad. Este aparecía mal catalogado, como un libro de cuentas, en las existencias de una librería de viejo de Vitoria, y ahora figura en el archivo personal de Ramos. Además, no solo aparecen los integrantes de la logia en sí, sino los del triángulo –una asociación previa a la existencia de la propia logia– lo cual da idea de quiénes fueron los fundadores, antes de tener el número de masones suficientes para constituirla. Igualmente, tiene capital importancia para entender cómo funcionaban las logias la inclusión en el libro del relato de la iniciación de Fernando de los Ríos, narrado por un testigo presencial, incluyendo una caricatura y ciertas dosis de escatología. «Se tenían tantas ganas de que el por entonces catedrático ingresara, que se le hizo compañero y maestro en la misma tenida, obviando el procedimiento de ascensos. No fue un caso único, ya que a Manuel Azaña le dieron de forma directa el grado 33 –el máximo– en una sola tarde.
Tonos de gris
Ismael Ramos termina el libro recordando que nada en este caso es blanco o negro. Más allá de su aparición en los registros o no, lo cierto es que las conexiones del poeta con la masonería son innegables. Aparecen en obras como 'Doña Rosita la soltera', 'La zapatera prodigiosa' o 'Poeta en Nueva York', donde su conexión con 'los hijos de la viuda' ha sido objeto de una monografía. Para detallar estos lazos, el autor coloca al final del libro una brevísima antología de textos donde aparecen extractos de obras como 'Libro de poemas' o 'Mariana Pineda'.
Si Fernando de los Ríos llamaba a Lorca «el hijo de mi espíritu» fue por algo. En su momento de mayor decaimiento, fue quien le llevó a Nueva York, convirtiéndose en un faro intelectual para el poeta. La educación para la bondad y la libertad, de raíz krausista, presente en el ideario de la Institución Libre de Enseñanza impulsada por De los Ríos, tiene conexiones masónicas innegables. Bajo su influencia, afirma Ismael Ramos, Federico no fue tanto un masón de número, sino un masón de vida. «Un masón sin mandil», define el investigador. Así, es imposible que el poeta granadino no se acercara a la Logia Alhambra en algún momento, independientemente de que ingresara de facto en ella o no. El libro de iniciados incluye a muchos de sus amigos más cercanos, entre ellos sus fundadores. Precisamente, esta logia tuvo su mayor periodo de esplendor en torno a 1927, un año clave también para Lorca. Fue concebida intelectualmente como una reacción contra la dictadura de Primo de Rivera, que censuró 'El amor de Don Perlimplín...' por considerarla pornográfica, lo cual motivó en el poeta una aversión muy profunda. En aquel caldo de cultivo, más allá de inscripciones o no, lo cierto es que Federico actuó como un masón, algo que le persiguió más allá de su muerte.